Llorar juntas
Ayer Martina se enfadó conmigo. Lloró muchismo. Me dijo que su papá es más bueno que yo, y más divertido...quería que jugáramos a lucha-pelea y yo a esas horas ya no tenía ganas de jugar. En medio de sus lágrimas, pudo expresar lo que de verdad le pasaba. Me dijo que ella se enfada cuando no puede conseguir lo que quiere. Como estar conmigo. Y que desde que ha nacido la hermana no estamos juntas a solas. Lloró. Lloré. Le dije que la entendía, que yo también la echaba de menos, que ahora que la hermana estaba un poco más grande, ibamos a tratar de buscar huequitos para nosotras. Aroha se quedó dormida y nos dejó un ratito a solas, dormir abrazadas, un cuento. Inocente de mi, o ingenua, en algún momento fantaseé que yo lo iba a hacer tan tan bien que mi hija mayor no se iba a sentir mal. Que lo de los celos era una tontería, que yo había leído mucho, y sabia mucho, y eso no iba a pasar. Incluso me creía a otras mamás que me contaban lo bien que lo habían encajado sus hijos. Ahora